En Altea no caen bombas
Hace muchísimo calor... como todos los veranos por estas fechas. Pero aquí no caen bombas, ni revientan nuestros hijos a causa de un fuego que nos golpea sin que sepamos por qué o para qué. En Beirut también hace muchísimo calor, como en Gaza o en Haifa... Pero sus habitantes no piensan en el calor que hace. El miedo puede con cualquier otra sensación. Miedo e incertidumbre, destino fatal de una población civil que sufre las consecuencias de una política ineficaz y culpable en esa zona del mundo, tan cerca de esta costa, en Altea, desde la que hoy escribo.
No hay defensa ante el terrorismo que merezca la muerte de ningún inocente. Ello no es más que el fracaso estrepitoso de la diplomacia y del Derecho, la irresponsabilidad de la Comunidad Internacional ante el sufrimiento injusto de seres humanos que esperan –hoy todavía- que alguien venga a detener el horror. Si saltamos por encima de la legalidad internacional –que existe, precisamente para defendernos de la barbarie- habrán triunfado los terroristas.
Los países más poderosos del planeta han pronunciado, durante el fin de semana, discursos inútiles, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no es capaz de producir una resolución potente a causa del veto norteamericano. Hoy se reúnen los ministros de Exteriores de la Unión Europea. Si para algo debe servirnos esta Unión es, sobre todo, para detener escaladas de violencia y de guerra como la que se ha iniciado. Esperemos que los ministros europeos estén a la altura de las expectativas de la ciudadanía más consciente... Aunque yo, lo confieso con indignación, tengo serias dudas de ello. Veremos. Mientras los despachos se llenan de gente, los periodistas se afanan en conseguir la noticia y se mantienen los contactos diplomáticos, miles de seres humanos, iguales que nosotros, siguen sintiendo mucho miedo. Ya no es tiempo de declaraciones. Si no actuamos con todos los instrumentos que, sin duda, tenemos, seremos también responsables del desastre humanitario que va a tener lugar en los próximos días de este verano de calor y vergüenza.
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