Sacar partido...
La política requiere de confrontación de ideas y posiciones. Las democracias modernas están preparadas para soportar duros debates entre distintas fuerzas políticas y, la ciudadanía entiende perfectamente esa dinámica. No pasa nada.
Pero hay espacios que deberían estar vedados a las tácticas ventajistas y así ha sido, durante años, en España.
Hasta que el PSOE gana las elecciones del 14 de marzo de 2004. A partir de ese momento, el Partido Popular diseña una estrategia desesperada de recuperación del poder -del que se consideran injustamente desalojados- basada en dinamitar la política antiterrorista del nuevo Gobierno.
Hemos tenido que soportar casi de todo. Desde oscuras conexiones entre el terrorismo de orientación islamista, el PSOE y ETA, hasta la supuesta existencia de pactos secretos en los que Zapatero entregaba Navarra a los etarras, pasando por la reedición del Frente Popular protagonizada por el Presidente del Gobierno. Todo ese mar de falsedades y de insultos los han gritado en la calle el PP y sus organizaciones satélites, coreadas por algunos portavoces mediáticos, sin cortarse un pelo.
No ha habido ni una sola manifestación del PP, la AVT, los obispos, etc... en la que se haya dejado de insultar gravemente al PSOE y al Presidente Zapatero.
Duro pero soportable. Deriva algo extremista del PP, crispación made in FAES, la caverna excitada... lo conocemos y podemos soportarlo.
Pero frente a la muerte de dos seres humanos inocentes, ¿cómo ha podido el PP seguir jugando a lo mismo? No sólo se han equivocado tácticamente, han perdido en valores. No cabe explicación alguna para autoexcluirse del rechazo al atentado que mató a dos personas y no acompañar a sus familias. Deberían haber ido, aún manifestando su desacuerdo con el gobierno pero participando en la condena a los terroristas y en la solidaridad con las víctimas. No es un simple error de cálculo, es una canallada. Los estrategas y asesores que, tras el debate que debió producirse -espero- en el seno de la dirección del PP, decidieron que no se acudiera a la manifestación de Madrid, pretenden sacar partido de la violencia y la muerte. Quieren convertir el atentado de ETA en un dardo contra el gobierno de Zapatero y no se dan cuenta que la muerte de esos dos seres humanos está muy por encima de conyunturas políticas y circunstancias electorales... es la más grave equivocación que se puede cometer porque se sitúa en el espacio de la moral.
Incluso aceptando que el PP haya dimitido de la responsabilidad de apoyar la lucha antiterrorista, mientras la dirija otro Gobierno, habiendo literalmente acogotado al PSOE durante el tiempo que ha durado la tregua, acusándonos de estar pagando un precio político -que ellos, sí, pagaron en su negociación con la banda en 1998- antes si quiera del comienzo del proceso, el boicot a la marcha de Madrid por parte de los dirigentes populares es de todo punto intolerable.
La batalla política tiene límites alojados en el terreno de lo afectivo, de lo humano. Quienes no entienden que ese espacio forma parte de lo fundamental, empobrecen el sistema democrático y no conseguirán sacar partido de su apuesta miserable. Ya lo veréis.
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