viernes, 11 de agosto de 2006

Mi amiga Leire


Una de las mejores cosas del mundo es querer a las amigas. Nosotras sabemos bien hasta qué punto nos hacemos falta, cuántas manos suaves e incondicionales se requieren para no caer mil y una veces en el desánimo o la simple apatía. Parece una exageración decir que yo siento que formo parte de una larga cadena con todas las que estuvieron antes y que soy un eslabón que a su vez engancha con muchas que vendrán después. Es un sentimiento muy particular pero muy potente. No es nada místico. Es pragmático puro. Lo que te hace andar. Hace ya unos años (parece mentira con lo joven que es), descubrí un nuevo eslabón enormemente valioso que, en realidad, formaba ya parte de nuestra cadena (o guirnalda de colores que es más femenino y vistoso) aunque aún no la conocíamos. Era Leire, es Leire. Fuerte, bella, inteligente, sonrisa de un mundo que la estaba esperando, poderosa y buena.
Su trabajo por hacer del PSOE un partido próximo a la gente, saltando por encima, muchas veces, de las conveniencias del poder le dio una enorme legitimidad. Ahora, importante gestora e impulsora de la mejor política de cooperación jamás ejercida por España, ha impresionado dentro y fuera de nuestro país. Trabaja mucho y bien pero jamás está satisfecha por que sabe que todo esfuerzo es muy poco frente al enorme y denso foso de la pobreza y la desesperanza.
Afortunadamente, Leire, ya es una tía importante en el mejor sentido de la palabra y podrá seguir empujando, durante mucho tiempo, la política hacia el lado bueno. Ella es uno de los eslabones brillantes de la cadena o de las flores especialmente hermosas de nuestra guirnalda.

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