Elena Valenciano

Escribo desde el avión Bruselas-Madrid, son las 18.45h. Cielo azul por encima del aparato y nubes densas pero rosadas abajo.

En la fila de delante, a mi derecha, hay un chino joven escribiendo en su portátil (muy parecido al mío pero más pequeño). Veo su pantalla y es alucinante!!! Su teclado tiene muchas más letras que el nuestro y va componiendo esas letras o ideogramas con la misma facilidad con la que escribo yo, claro.

Los chinos y chinas que viajan tienen acceso a Internet sin límite… no es así para los que no salen. Es extraño pensarlo ¿no? Las fronteras del acceso a la información…si nos ocurriera a cualquiera de nosotros/as nos parecería intolerable.
(tengo que apagar, empezamos el descenso. Mi compañero chino saca, ahora, una calculadora tan flipante como su portátil, voy a ver si habla inglés o francés y pego la hebra… si sólo habla chino, ni por señas!)